UN POCO DE NUESTRA
HISTORIA

LOS ORÍGENES DE LA FINCA
EL POCICO

La historia de “El Pocico” se remonta a unas 5 generaciones de la familia Baños. Ésta familia de labradores empezó a habitar éstos lugares allá a principios de 1.800 cuando uno de sus antepasados empezó a trabajar como “mozo de puertas abiertas” para la finca de Torrecillas, (ubicada en dirección norte, a continuación de “El Pocico” y de la cual éste formaba parte), con el fin de librarse del servicio militar y de que por las ordenanzas militares del Rey Fernando VII no fuese destinado a América, donde también por aquellas fechas empezaban las guerras de independencia de las colonias.

Éste buen hombre habitaba en una cueva que existía donde ahora está ubicada la casa rural principal. Cuando se casó y el espacio de la cueva se le quedaba escaso, empezó a construir parte de la actual casa, que las sucesivas generaciones fueron ampliando según las necesidades.

Allá por finales de los años 70, El Pocico, desgajado ya de la finca principal, pasó a ser propiedad de Pilar Martínez Palomo, a la sazón tía abuela del que subscribe, permaneciendo los descendientes de la familia Baños como aparceros de la misma hasta finales de los años 90 en los cuales dejaron la aparcería, (para trasladarse a vivir a la vecina ciudad de Cartagena y montarse allí su propio negocio), después de casi 200 años de vínculo con la finca y con la familia Palomo. Su marcha determinó que las huellas del tiempo, inevitablemente, fueran haciendo mella en la vivienda deshabitada. En cualquier caso, el espíritu y la energía de esta familia después de tantos años, permanecen entre sus paredes y en su entorno.

La idea de restaurar dicha casa nace del pensamiento romántico y sentimental de dos personas de impedir que tantos años de historia se desmoronaran y desaparecieran. Así que mi tía abuela Pilar y yo empezamos a soñar con la idea de reflotar la casa y… porque no, la finca entera!!

Doce años después de esa idea, el sueño empezó a poder hacerse realidad gracias al dinero de una subvención Europea que otorgó la asociación CAMPODER , al apoyo económico fundamental de mis padres, al apoyo emocional de una familia excelente y a los buenos consejos del director de la Finca Torrecillas. Y sin duda a la intervención de la“tía Pili”, que aunque tristemente nos dejó hace tres años a los 91, seguro que desde donde esté estará aportando la fuerza generosa y solidaria de su espíritu y estará disfrutando de ver éste sueño hecho realidad…

ANTES Y
DESPUÉS

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